El Día del Libro, durante el transcurso del día 23 de abril de 2012, estaré con vosotros los interesados en comprar el manual de autoayuda los «monstruos del trabajo» o comentar lo que os parezca sobre el mismo, tanto en la sede de las librerías que lo celebren ahí como en los stands al aire libre propios de las mismas. Aprovechad la oportunidad de obtener los descuentos propios de ese día, al igual que en los diferentes actos de difusión del mismo ya realizados y los próximos, seguramente en el Colegio de Psicólogos, de Abogados y en la sede de SIMEBAL (Sindicato Médico de Baleares). Por lo tanto, expreso todo mi agradecimiento a todos los ponentes que me acompañan en dichos eventos, así como a las librerías que colaboran en la antedicha difusión y me permitirán compartir ese día con todos los lectores que así lo deseen.
Para animaros a ello incluyo por primera vez, en esta entrada a mi blog, algunos fragmentos del prólogo del ensayo amablemente redactado por mi buen amigo Román Piña.
PRÓLOGO
El libro es un ensayo sobre el “mobbing”, o sea la tremenda lacra del acoso en el trabajo, utilizando por lo general la violencia psicológica. En sus páginas descubrimos mucho de ciencia al respecto. Con sobresaliente bagaje humanístico, que demuestra a través de su abundante bibliografía, se acerca al campo del Derecho y de la psicología, haciendo un apurado examen del fenómeno. No es jurista, tampoco psicólogo, pero suple su especialización en estos campos con un complemento de auténtica magnitud: la exposición sincera de lo que ha vivido en su propia carne al respecto. Pone en el empeño lo que ha puesto siempre a lo largo de su vida, que es coraje, entrega y honradez. Y además dispone de una excelente capacidad de análisis y de no poca intuición. Dice haber perdonado a quienes le sembraron de espinas su camino. Y hace bien, aunque el empeño suele ser difícil y hay quienes no lo consiguen. Demos gracias a Dios y a su hombría de bien si ha superado el cometido que se impuso.
Yo destacaría de entre los méritos de su trabajo, la lograda exposición que hace de la naturaleza del maltratador laboral, así como de las víctimas de su maldad. El maltratador para el doctor Domínguez es un personaje altivo y soberbio, incapaz de aceptar que subordinado alguno le haga frente o perturbe su supuesta superioridad en el camino hacia su éxito. En el fondo es un enfermo, como enfermos son cuantos mortales cifran su felicidad en la necesidad de destacar a costa de sus congéneres. Y como enfermo es personaje inseguro, que fía en su soberbia y altivez para contrarrestar sus limitaciones. Al final la verdadera víctima del maltratador no es el maltratado, sino él mismo. Nos lo deja Joaquín meridianamente claro al glosar la pintura de Giotto, con la mujer soberbia y consecuentemente envidiosa que se consume a sí misma.
Frente a la inquieta y devoradora soberbia del maltratador aparece la serena humildad del maltratado. No es que éste vaya por la vida de “hermanita de la caridad”. Se sabe valioso y a bien consigo mismo. No se minusvalora. Todo lo contrario. Aprecia sus propias cualidades. De ahí que Domínguez recuerde su afinidad con el narcisista, enamorado de sí mismo. Sin embargo Narciso se ahogó en el agua viendo su reflejo y a la búsqueda obsesiva de su propia imagen, pero el maltratado no es víctima de tamaña obsesión. Simplemente se gusta. Se siente cómodo y seguro con su personalidad. De ahí su capacidad de reacción ante el maltratador, puesto que consciente de la injusticia que se ejerce sobre su persona no duda en denunciarla. Me decía una maltratada, valiente y segura: “Es que yo soy una de las personas que más me gustan”. Pues bien. Estupendo. Hoy se habla de autoestima como valor en alza. Pero la autoestima verdadera, como valor, no es agresiva. Está a años luz de la soberbia, que sí es depredadora.
De estas cosas nos habla sobradamente en su libro Joaquín Domínguez. El tema es interesantísimo. En una sociedad que descubre el valor del trabajo como fuente de riqueza, de creatividad y de desarrollo social y personal, el estudio riguroso de una de las lacras que lo distorsionan, como es el acoso laboral, merece una atención muy especial, máxime cuando la mencionada lacra está directamente relacionada con los dos primeras tendencias del ser humano que le arrastran a su deshumanización: la soberbia del “Seréis como dioses” y la envidia que condujo al primer fratricidio de la Historia. ¿Les suena?
Román Piña Homs. Catedrático emérito de la UIB.
POSTDATA
Con el fin de proceder a la firma de ejemplares para quienes así lo soliciten estaré presente en las librerías Jaume de Montsó y Embat, en la zona comercial de Los Geranios (junto a la Plaza del Olivar) a partir de las 17 horas. Gracias.