Los amores del beato Ramón Llull. Amancia. Ciencia estimativa e inventiva. Amar y saber o razón

He pretendido con esta nueva entrada a mi blog, precisamente el día de los enamorados y de la visita a Roma del Obispo de Mallorca Monseñor Salinas, con motivo de la próxima santificación del Beato Ramón Llull, incidir sobre la importancia de la amancia, del amoramiento (nada tiene que ver con el enamoramiento), de la del amar y saber o razonar, o sea de la ciencia estimativa o inventiva; sin razón y amor no se entendería la mística luliana. No hubiera sido posible su redacción si no  hubiera leído con enorme atención y deleite la reflexión de Mn. Joan Bauzà i Bauzà en el Full dominical (La revista cristiana de la diócesis de Mallorca), N. 4 – 25 de enero de 2015 en torno al Beato Ramón Llull:  «Les amors del Beat Ramon.» Es mi propia traducción del catalán, del citado autor, algo de modificación  y adaptación que espero sea del agrado del mismo para una mejor comprensión de los lectores. Si no es así, dispuesto al diálogo y admitir posibles errores por mi parte, tanto de la traducción, puntuación añadida, como interpretación o análisis de su escrito. Comienza de esta manera:

Si hemos de honrar los saberes del beato Ramón, honremos también sus amores. Si un día hicimos memoria de la cabeza, de la mente, hoy lo haremos del corazón. Así como Ramón se dedicó a leer un libro, el de la naturaleza, también se dedicó a escuchar los latidos de su gran corazón.

Hemos de creer y pensar y pensar y creer que, en R. Llull el amor es tan importante como la razón, y ya hemos visto la importancia suprema que otorgó Ramón a la razón, a la mente, a la ciencia. Creo sinceramente que Mallorca tiene dos grandes déficits en la recepción de la obra luliana: uno proviene de haber disminuído, descuidado, dado menos importancia al Ramón Llull religioso, por haber privilegiado casi en exclusiva al intelectual, y quitar, aunque sea un céntimo del Beato, no sólo puede molestar a la gente piadosa, sino sobre todo no haber entendido nada de la esencia luliana; el otro déficit proviene de haber privilegiado tanto el Ramón cerebral que nos queda reducido el Ramón cordial: suprimir, callar o limar alguna parte del corazón del Beato es holocaustar, destruir, eliminar su mensaje más genuino.

La mística luliana se apoya ciertamente en la razón, pero sube de forma ascendente hasta la cúpula del amor y lo corona. En uno de sus escritos, formula una denuncia sobre la preeminencia unilateral de la ciencia. En un bello prado, a la sombra de un árbol, una mujer vestida de forma muy ornamentada, así le acometió: «¡Ah, triste dolor!» La interlocutora era «Filosofía del Amor» que lloraba y se quejaba porque su hermana «Ciencia» era muy estimada, y en cambio ella gozaba de pocos amantes. Ramón denunció esta situación. ¿Por qué? «Porque si sabían tan bien amar como saber entender, para mí y para mi hermana podía estar todo el mundo en orden y en buen estado.» También en nuestro mundo actual iría todo mejor si los hombres supiesen amar como saben entender, iría todo mejor si las buenas y racionales palabras fueran acompañadas de buenas y amorosas acciones, si la fría justicia se hermanase con la cálida misericordia.

Ramón «ha hecho hostal, ha hospedado al amor». Para quien os escribe, el gran descubrimiento que, en mi etapa adulta, he hecho del Beato, tiene un nombre preciso y muy concreto, la palabra es «Amancia». Mi lengua materna me había transmitido el bello sustantivo «amor» y todas las variantes del verbo «amar», pero mis maestros no habían sido capaces de transmitirme el término que definía una categoría mental, un paradigma nuevo y bello, el de «amancia». Me mostraron media luna, pero no la otra mitad. El acierto de Ramón Llull es haber puesto junto a la ciencia, a su costado, la amancia, al costado de la ciencia inventiva, la ciencia estimativa. No sólo al costado, sino al nivel, a la misma altura. Así como para el tren, tan importante es un rail como el otro, para la vida tan importante es saber como amar. No lo olvidemos, al bello término«amancia»: «esta amancia es muy alta». No olvidemos que llega un momento en la vida de las sociedades y de los hombres que sólo queda lo esencial, y es así como llega un momento en el que todo discurso y razón cesa y sólo queda el amor.

ADDENDA
He modificado el título de su escrito y añado términos significativos para entender mejor su contenido.
He añadido a «discurso», …»y razón».
He preferido el sinónimo de «mente» al de «cabeza».
Me ha parecido mejor traducir «hostal» como «alojamiento», «hospedaje»; «holocaustar como «suprimir», «eliminar» por completo.
Algunas palabras catalanas y originales del Beato no se encuentran en los diccionarios de catalán y lengua española.

En mi opinión el término «amancia» sería equivalente al que propongo, también inexistente en los citados diccionarios; el de «amoramiento», aceptando la acepción de «amoroso/a», «amante»: alguien en situación, estado, acción y efecto de tener estimaciones o amores, es decir, la denominada «ciencia estimativa», siendo esencial y deseables los amores como resultado final tras haber disfrutado a la par, por igual o no de la «ciencia inventiva», la ciencia basada en la razón, al igual que puede suceder con la ciencia estimativa. No estaría de más, finalmente, incorporar y que se aceptara asimismo el verbo o infinitivo «amorar», todas sus conjugaciones y modos, para poder utilizarlo al referirse a las cosas, los animales, nuestros gustos o aficiones, los seres humanos todos (nuestras parejas, parientes y sobre todo las personas marginadas, discriminadas, las que sufren, las enfermos, los pobres, nuestros ancianos, …) y el mismo Dios. De rabiosa, lamentable y trágica actualidad la necesidad de la antedicha palabra tras la continua, secular, brutal persecución y asesinato de cristianos, judíos y musulmanes en todos los lugares del mundo por quienes sólo entienden de odio, terrorismo y muerte (en una próxima entrada a mi blog me ocuparé con detalle de la persecución y muerte de los cristianos, muy superior en número a la de los primeros en la época de los romanos). A este respecto coincido plenamente con Mn. Joan Bauzà cuando afirma en su escrito: «También en nuestro mundo actual iría todo mejor si los hombres supiesen amar como saben entender, iría todo mejor si las buenas y racionales palabras fueran acompañadas de buenas y amorosas acciones, si la fría justicia se hermanase con la cálida misericordia.»