Los derechos no son ilimitados. El límite son los derechos de los demás

¿Libertad de las mujeres para decidir sobre su maternidad? Esa es la pregunta de A. Pérez Rubalcaba que iba a realizar al presidente del Gobierno Mariano Rajoy en la sesión de control del Gobierno. Inconcebible la misma dado que es de todos conocido que esa libertad de decisión nunca estuvo, está ni estará en peligro en España, además nada tiene que ver con la decisión de interrumpir el embarazo del «nasciturus» porque es otro ser humano desde el punto de vista genético y biológico. Extraña y sorprende la pregunta dada su profesión (creo recordar, químico). Tal parece que fueran motivos políticos de captación de votos para su partido lo que le lleva a hacerla. De otro modo no se comprende su oposición a la protección y defensa del derecho a la vida del «nasciturus» cuando sabe perfectamente que la vida se inicia en el mismo momento de la concepción y que existe evidencia biológica, científica y legal (Constitución Española) de ello así como la ayuda e intervenciones médicas y quirúrgicas precisas durante la gestación al «concebido no nacido» a fin de intentar corregir enfermedades, sobre todo cardíacas estructurales, malformaciones orgánicas susceptibles de cirugía y, lo prioritario, lo fundamental, preservar su salud, su vida en peligro que hagan posible su nacimiento. Ayer martes fue sustituido por un diputado a tal efecto y la respuesta fue del ministro de Justicia.
A este respecto es muy válida, en relación con el acoso sufrido frente a su casa por ella y su familia y la consiguiente impunidad de quienes lo perpetraron, la cita de Soraya Sáenz de Santamaría: «Creo que los derechos no son ilimitados. Tienen un límite que son los derechos de los demás«. El derecho a decidir sobre la maternidad de la mujer nada tiene que ver con el derecho a la vida del «nasciturus». Es la misma respuesta que repite el ministro de Justicia a todas las preguntas parlamentaria que dudan de esa libertad de las mujeres. Coincido asimismo con Monseñor Martínez Camino: «No se puede decir a la mujer que quitar la vida a un ser humano inocente puede ser un derecho«.
Datos manipulados, tergiversados, no válidos ni fiables desde el punto de vista epidemiológico, demagogia a raudales, son los publicados en algunos medios de comunicación de Baleares y de toda España, muy próximos a posicionamientos pro-abortistas y del espectro político más hacia la izquierda, estos últimos días, a propósito de las declaraciones de un grupo minoritario de médicos obstetras y/o ginecólogos en contra de la Ley de Protección de la Vida del No Nacido, al afirmarse que son el 70% de todos. Sin entrar en detalles ni intención de polémica alguna, una vez más lo que llama la atención es que no recordamos declaración alguna, opiniones, protestas, algaradas similares, con la anterior ley del aborto cuando precisamente lo que pretende la ley a aprobar es la protección y defensa del derecho a la vida del «nasciturus», eliminando aspectos tan negativos e inconcebibles como el aborto para menores de 18 años y sin necesidad de comunicarlo, de conocerlo los padres.

Enamorado de la vida

El único dato que nos debe alegrar, probablemente veraz (válido y fiable), nos lo proporciona Vicenç Thomas (UH, 15-II-2014) en un artículo titulado «Escuchen a la sociedad española, señores de la derecha extrema del PP»: disminución del nº.  de abortos (3065) en Baleares en el año 2012 (unos 500 menos que el año anterior). Por el contrario, no voy a entrar ni siquiera en la cifra exacta, dolorosa, escandalosa, de la disminución de niños con Síndrome de Down en España la última década, de las causas y del porqué. Es más que probable y positivo que con la nueva ley esa tendencia desaparezca e incluso nos congratularemos de su aumento así como la disminución de abortos en el futuro, lo que significará el respeto, el abandono progresivo de la cultura de la muerte hacia los seres humanos concebidos y no nacidos, en especial quienes más lo necesitan, logrando la protección, preservación y defensa del derecho a la vida del «nasciturus» sin o con malformaciones congénitas, mandato y derecho fundamental de la Constitución Española, todo ello en peligro por la pronta amenaza de que a las primeras de cambio de gobierno se cambie la ley. Aludiendo a la mencionada colaboración en Última Hora (UH), es evidente que no se ajusta a la verdad que la anterior ley del aborto (2/2010) «no creara conflictos» ni que fuera una «norma que establece un equilibrio entre la protección de la vida en formación y los derechos de la mujer«. Tampoco la crítica a la no financiación de algunos Anticonceptivos Orales en momentos de crisis económica y de ajustes o medidas de ahorro más que necesarias porque existen otras alternativas para su utilización por todas las mujeres que los demanden. A este respecto de financiación por el Sistema Público de Salud de los fármacos es más criticable la de la píldora del día después (no es posible que se den bombas hormonales como la del »día después» a adolescentes como si fueran caramelos o se permita el aborto »legal» a menores de 16 años sin conocimiento paterno). Eso son aberraciones que una educación sexual iniciada cronológicamente a su tiempo y en el momento adecuado, sin tapujos, evita de frente; mientras tanto, olvidarse de la financiación de los medicamentos para la disfunción eréctil en pacientes diabéticos, enfermedades neurológicas o cáncer de próstata no es lógico ni justo (el mundo al revés): la demanda a dirigir al actual gobierno o al próximo o próximos, sean del color político que sean es ineludible y de justicia.
Una vez más el mundo al revés, la demagogia y la politización  de algo tan maravilloso a proteger como es la vida del «nasciturus». Algo similar a lo sucedido con Alpha Pam en Baleares y las acusaciones de muertes en la Comunidad de Madrid debidas a los recortes. En efecto reflexiono, quedo perplejo con opiniones como las de la Federación de Estudiantes de Medicina quien está de acuerdo, paradójicamente, con las que predominan en declaraciones y manifestaciones proabortistas: «La mujer es dueña de su cuerpo y no deben delegarse decisiones vitales, como la de la reproducción, en terceros, puesto que igual que el embarazo no es una enfermedad, tampoco lo es querer interrumpirlo. La presencia en el feto de una malformación debe ser un supuesto legal. Pedimos que sea realmente un Gobierno provida mejorando las condiciones de los ya nacidos». Tengo que manifestaros que tampoco querer interrumpirlo es ninguna enfermedad y tampoco un acto terapéutico. Con el máximo respeto os sugiero a vosotros, futuros médicos, utilicéis la razón, la evidencia científica y por encima de todo la ética y deontología médica: «La profesión médica está al servicio del hombre y de la sociedad. En consecuencia, respetar la vida humana, la dignidad de la persona y el cuidado de la salud del individuo y de la comunidad, son los deberes primordiales del médico». En modo alguno puede admitirse una decisión que interrumpa la vida del «nasciturus». Esa muerte ciertamente no es una enfermedad: es el fracaso total y absoluto de la medicina, de ese deber primordial del médico. Increíble la solicitud de un Gobierno provida que mejore las condiciones de los ya nacidos. Tal parece que olvidáis (no quiero pensar ni por un momento discrimináis) al concebido, no nacido con alguna malformación o enfermedad intraútero: tiene la misma necesidad e idéntico derecho de ser atendido, protegido, preservada su vida como al que se le descubre ya nacido conociendo lo avanzada que está la medicina prenatal y nunca  su muerte puede ser un supuesto legal, excepto si su madre lo decide por motivos de daño, alteración o enfermedad psíquica o física en ella misma por tal eventualidad,  supervisada y autorizada por profesionales sanitarios, tal como contempla el anteproyecto de ley de Protección de la Vida del Concebido No Nacido.

Por todo ello, en relación con la vida humana en general y en particular con la del «nasciturus», me reafirmo en mi pensamiento y así quiero manifestarlo: he estado siempre, en el pasado, lo estoy en la actualidad y lo estaré en el futuro, hasta el fin de mis días ¡ENAMORADO DE LA VIDA!