Alegría, emoción a raudales, oración  y esperanza ante la acertada elección del nuevo Papa en el día de hoy, gracias al Espíritu Santo, reflejado todo ello en los cientos de miles de cristianos que le han aclamado en la Plaza de San Pedro de Roma y de los millones de espectadores o personas que han seguido el comienzo de su pontificado en todos los rincones del mundo. Le hemos escuchado con atención, enorme recogimiento y silencio, le hemos sentido muy próximo, sobre todo cuando nos ha solicitado rezáramos con él tanto por el Papa emérito Benedicto XVI  como por él mismo, compartiendo espiritualidad y comprobando la importancia que da a la oración, simplemente la más utilizada de la tierra: el padrenuestro. Nos ha transmitido lo importante del amor a la Virgen Santísima y sobre todo esperanza en el futuro (seguro que sólo en Dios está la esperanza), amor a los desarraigados de la tierra y a los pobres adoptando el nombre de Francisco, recordando, admirando y siguiendo el ejemplo de San Francisco de Asís y San Ignacio de Loyola, como un jesuita más. Siendo algo tarde, casi madrugada, y haciéndole caso me voy a descansar porque así nos lo ha solicitado directamente. ¡Gracias Dios mío!