Demagogia, politización, ceses e imputaciones tras la muerte de un ciudadano senegalés 

Fueron llamativas las sesgadas opiniones —diría algo más que partidistas— de Joan Riera en DM, el 12 de mayo de 2013: «Un diputado sin corazón en el Parlament», en la sección MALLORCA, «La fiesta en paz», p. 6, referidas a la muerte del ciudadano senegalés Alpha Pam. El título, el contenido del artículo y las consecuencias de tanta demagogia y politización (declaraciones varias, denuncias sindicales y políticas, destitución del Director Gerente del Hospital de Inca y la apertura de expedientes disciplinarios a quienes atendieron al Sr. A. Pam) me han incitado a redactar este artículo de opinión sin ningún ánimo de polémica, pero sí de intentar hacer reflexionar a esta, nuestra sociedad, negativa y pesimista, contagiada sin duda alguna por algunos medios de comunicación, tan poco dados precisamente a la reflexión, argumentos y pensamiento lógico, por el contrario más al sensacionalismo, al acoso mediático:  todo ello con unas intenciones de judicializarlo todo, buscar responsabilidades donde no las hay; al mismo tiempo, determinados grupos políticos procurando hacer demagogia sobre la nunca deseada muerte de ningún ser humano. Es llamativa la coincidencia, en el suceso que nos ocupa, con la Comunidad de Madrid donde desde hace mucho tiempo se acusa con harta y nauseabunda demagogia a los políticos que gestionan la sanidad de las «algunas muertes o las que pudieran producirse» debido a los recortes en sanidad: ¡una auténtica barbaridad!, ¡una falacia más de las muchas que se publican día tras día!,  ¿cuál es la deontología, el balance ético y la catadura moral de quienes afirman semejantes mentiras?

 «Demagogia», «politización» y «judicialización» no son nada deseables al referirse a la muerte de ninguna persona, mucho menos para contribuir a obtener rédito político de tan triste e irreparable circunstancia. La culpabilización sobre la susodicha defunción es evidente cuando escribe: «muerte sobre sus conciencias» y exige «dimisión», «destituciones», sin conocer por completo la veracidad de los hechos, basándose en que «No es necesario repetir la concatenación de despropósitos que llevaron a la muerte del inmigrante senegalés».  Valgan como recientes botones de muestra —26 y 27 de mayo de 2013— las respectivas declaraciones  a la prensa de Abderrahim Oudrassi (DM, MALLORCA, p. 6) y Joan Carles March (creo recordar también en las páginas de DM) sucesivamente; el primero, presidente de la fundación Áfricanostra, afirmó sin dudar que la retirada de la tarjeta sanitaria a los inmigrantes irregulares era la responsable, la gran causante del fallecimiento del ciudadano senegalés. Pero es que el segundo, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública, asegura estar al tanto del  caso a través de los informes de Metges del Món, desconociendo los lectores y quien esto suscribe como es posible no haya intentado solicitar información y/o explicaciones sobre lo sucedido a los Servicios de Epidemiología y Salud Pública del Govern Balear. Sorprende su desmesurada actitud crítica, desconozco si basada en datos epidemiológicos, válidos y/o fiables, al responsabilizar al Govern y al Estado Español —supresión de 901.000 tarjetas sanitarias en toda España— del empeoramiento del sistema público, del aumento de los problemas de salud mental, del rebrote de enfermedades controlables y de la inestabilidad constante en la atención de los pacientes, alcanzando el frenesí y culmen de la exageración comparándonos, de forma negativa, con datos estadísticos de Grecia: aumento del consumo de alcohol, heroína y de la incidencia de la infección por el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH); en definitiva no es creíble ni tiene visos de realidad (sin valor estadístico alguno) pensar en la causalidad (relación causa-efecto), ¿simple asociación?, con toda probabilidad sí.

Añado, ¿por qué no se piensa en que el Sr. Alpha estuviera enfermo de Tbc desde hacía muchísimos meses, quizás años, cuando acudió por primera vez al Sistema Público (Atención Primaria y Hospital de Inca) para ser atendido?, ¿sería prudente y deseable conocer con precisión los resultados de la necropsia para saber la fase, estadío o tiempo transcurrido desde que se contagió y enfermó para poder sacar conclusiones, no caer en la demagogia fácil, no exigir responsabilidades a quienes no les corresponde y tampoco politizar su muerte? Acaso, ¿desconocen quienes se refieren a la posibilidad de una negligencia médica que la tuberculosis puede tener diferentes formas de presentación clínica: bronquitis, neumonía, asma, pérdida de peso, síndrome febril prolongado, insuficiencia respiratoria, …etc. ?, ¿es responsable de su muerte el sistema público de salud balear, tan denostado de forma injusta y sin razón alguna o el sistema de vigilancia epidemiológica alegando recortes en sanidad cuando el Sr. A. Pam debiera haber utilizado los recursos de salud de nuestra comunidad autónoma sin miedo alguno, como ocurre con otros muchos de sus compatriotas senegaleses ilegales y sin tarjeta sanitaria que son vigilados, diagnosticados, tratados y seguidos por los profesionales sanitarios de Atención Primaria o especialistas en los hospitales de Baleares? En la inmensa mayoría de los casos pueden dar fe de ello los mismos ciudadanos senegaleses u otros, así como los servicios sociales que tan maravillosamente procuran atenderles incluso financiándoles los fármacos a utilizar y otras necesidades básicas.

Me consta, como a muchos, la posibilidad de algún error burocrático subsanable pero es inadmisible, una inmoralidad, otra falacia más pensar en una posible desatención o  negligencia médica, administrativa o política como causa de su fallecimiento. Es más que probable, al ser un inmigrante ilegal, le embargara el sentimiento, la emoción más negativa que en general y en momentos determinados, aislados, puntuales y graves de nuestras vidas nos atenaza a todos: el miedo, ese mismo miedo que quizás le impidió recurrir, acudir y poder seguir los consejos pertinentes y adecuados para diagnosticarle, seguir quimioprofilaxis y tratamiento de su enfermedad. No me cabe la menor duda sobre los profesionalidad y el buen quehacer de los administrativos y sanitarios a quienes consultó, tanto en C,an Picafort como en Inca, para facilitarle la mejor atención. Por lo tanto es tan injusto como falaz  la idea de colocar el fallecimiento de A. Pam sobre la conciencia de profesional sanitario alguno y/o en los responsables administrativos o políticos. El respetuoso silencio que el autor, Joan Riera, exige entiendo también lo demanda al resto de personas y organizaciones políticas que en modo alguno lo han guardado, pues desde que se supo del fallecimiento de Alpha no ha cesado la demagogia ni los ataques interesados al Conseller de Salut Martí Sansaloni aún conociendo se iba a dar cumplida explicación de lo sucedido. No coincido con el escritor en el debate acerca de la deshumanización y politización de nuestra sociedad —nunca debiera ocurrir, ni con la sanidad ni la con educación— porque no hay tal debate ni debiera haberlo ya que ambas son una lamentable y no deseada realidad como se comprueba una vez más con en el suceso que nos ocupa. Reseñaría en su misma línea la concatenación de despropósitos aunque sólo en la búsqueda de responsabilidades o errores, concretamente en los que han llevado a abrir expedientes inconcebibles, injustificados e injustos a quienes le atendieron en algún momento antes de su muerte; es obvio, se deben a la presión mediática y política que ha tenido lugar: pueden haber cometido algún error puntual pero en todo momento cumpliendo las normas, desde luego no achacable a ellos.

Estoy seguro, Alpha Pam, la mayoría aplastante de la sociedad, trabajadores y quien esto suscribe coinciden: ¡¡¡no a los expedientes disciplinarios !!!, ¡¡¡Ciérrense de inmediato!!! Es la hora de la comunicación, del diálogo, de recuperar y utilizar más el respeto, la prudencia, la deontología y la ética  al abordar incidentes similares, tanto desde el punto de vista de los medios de comunicación, de los partidos políticos y de las personas, nunca recurriendo a la demagogia fácil, judicialización y politización de los hechos. Los expedientes sólo conducen a un gran sufrimiento humano, a una injusta y no deseable imputación, victimización y culpabilización de los trabajadores afectados, con el consiguiente riesgo para su salud y aumento de la  indignación de todos cuantos, expectantes y atónitos, contemplamos que no cesa la demagogia, la politización sobre la muerte de Alpha Pam.