Paulatinamente y con el tiempo,  a lo largo de 2013, iré refiriéndome en mi blog a los nuevos, sibilinos, contínuos y flagrantes casos de acoso moral y psicológico —de hecho hasta conseguir su desaparición, la eliminación de sus reconocidos y brillantes cometidos, la de sus personas— llevados a cabo en contra de prestigiosas, nobles y buenas personas: evidentemente me refiero al ya ex-presidente del CGPJ (Consejo General del Poder Judicial) Carlos Dívar y al Obispo de la Diócesis de Orihuela Monseñor Don Jesús Murgui. Sólo el poder mediático de algunos medios de comunicación con especial y desaforada inquina —en muchos casos rayando en el ninguneo, menosprecio e incluso odio hacia tan eminentes personas— lo ha conseguido, utilizando medias verdades, falsedades, mentiras, injurias, difamación; de cualquier modo no han conseguido destruir ni su integridad moral ni su dignidad, su bonhomía, tampoco su prestigio ni su calidad humana. La atrocidad de sus despiadados ataques llegó al extremo de utilizar rumores sobre su conducta sexual durante el tiempo que ejercieron dichos cometidos; muy lamentable y repugnante, la antedicha rumorología, en ambos casos, en especial en lo que concierne a Don Jesús al ser sacerdote (voto de castidad).
A este respecto sigo recopilando datos y bibliografía para, Dios mediante, publicar sobre estos y añadir otros casos similares en España y en todo el mundo, probablemente a mediados del año 2014, más que una segunda edición del ensayo Los monstruos del trabajo, un nuevo libro al que añadiré nuevos capítulos sobre la impunidad de los «monstruos del trabajo» y quienes lo permiten, así como me ocuparé de recoger nuevas sobre la jurisdicción civil y penal del «mobbing» que puede denominarse una «epidemia silenciosa» de la que nadie quiere hablar, ni siquiera sindicatos, organizaciones empresariales, otras instituciones, así como las administraciones nacionales, autonómicas y locales, silenciando lo que sin duda alguna es un grave problema de salud pública y un riesgo psico-social más (si bien es cierto que la causa fundamental de ello es el miedo del trabajador) .